sábado, 13 de marzo de 2010

La leche asustada

Cierto día, me parece del mes de Febrero de los años 68 ó 69 que no recuerdo, una mañana iluminada con el radiar del sol Cachorino y la brisa infaltable del tenue frio que azota el preciado nevado del Salkantay, sucedió un hecho el cual nunca dejo de recordar y paso a detallar en seguida, para no dejarlos ansiosos por la curiosidad:

Esa mañana, mama Gabina y el suscrito quien siempre andaba en el anca de su caballo, por ser el último heredero de la dinastía Chacón y el primogénito de su único hijo varón (Julio Constantino Chacón Medina), volvían del pueblo, donde ella se había quedado a dormir, posiblemente en casa de uno de los tíos o la casa de mis padres, el cual no recuerdo, debido a que había celebrado algún cumpleaños y no era prudente que se fuera de noche a casa por los riesgos que trae el camino y las quebradas de Posccomayo y Chacamayo, así como su estado de ecuanimidad en la que se encontraba por la emoción que le habia embargado la celebración, fue entonces cuando llegamos al frente (casa de los abuelos), donde papá Chacón (el abuelo) ya estuvo ordeñando la vacas y haciendo el respectivo quesillo, quedando aún algunas lecheras por ordeñar a la que se ofreció ayudar mamá Gabina (la abuela).

Por su puesto el abuelo se encontraba bastante disgustado por su ausencia de la noche anterior, reclamándole y pidiendo explicaciones de lo acontecido, encendiéndose poco a poco los ánimos ya con reclamos más agresivos por parte de papá Chacón, quienes aún se encontraban ordeñando una de las lecheras acompañados de una olla de barro en la cual se estaba haciendo la cuajada de las otras vacas ordeñadas anteriormente, bueno cuando iban casi por terminar de ordeñar, el abuelo profirió alguna palabra algo mas dura contra la abuela, quien le dijo que se tranquilizara y no vaya a ser que la olla de cuajada termine en su cabeza; pues no habían transcurridos unos minutos cuando de pronto se sintió que la olla de cuajada estaba rota en la cabeza del abuelo tal como había advertido y por su puesto el abuelo replico inmediatamente con la otra parte que quedaba en el suelo, encontrándose ambos debajo de la vaca bañados el uno y el otro con la cuajada y el suscrito casi estático por el susto al no poder hacer nada, lo único que atinó fue a pedir auxilio al compadre Juande (Juan De Dios Leyva) quien en ese momento se encontraba en la huerta haciendo algunas labores agrícolas, a quien yo le obligaba que se apurara porque esta bañadera de leche se ponía mas fuerte y El se aproximo en seguida, cuando transponía el cerco, subido sobre una piedra grande que tenía que pasar de manera obligatoria, los vio a los dos abuelos tendidos en el suelo de color blanco bañados por la leche cortada queriéndose agregar un poco mas el uno al otro, a lo cual el compadre Juan de Dios irrumpió en una carcajada y no hizo nada para auxiliarlos, así que se vieron el uno al otro y el lio terminó en un glorioso empate con la riza de ambos abuelos que ocasionó Juande, y el mas feliz de que esto terminara así, fuimos Juande y Yo.

Autor: Julio Amilcar Chacón Valer

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