viernes, 19 de marzo de 2010

Artes y letras parace que por tus venas discurren,
Nadie hasta hoy habia sospechado, de tus
Dotes innatos de escritor y
Rasgos de poeta y compositor, como
Ejemplo claro de tu inspiración,
Se queda con la familia tu dedicación

Autor: Walter

ACROSTICO DE LA FAMILIA

Fuente inagotable de

Amor y solidaridad,

Mano segura que guía e

Ilumina, en

Los momentos de

Intensa pena y libre

Alegría.

Cantamos al futuro con fe,

Henchidos de esperanza e ilusión,

Añorando nuestro

Cachora querido,

Orgullosos de

Nuestra gran FAMILIA CHACON.


Autor: Andres

Serenata

San Pedro y Santa Rosa,
andaron por todo el mundo
buscando flores del campo
para coronar tu dia (bis)

disculpa pues hermanito
este huayno mal cantado
es que vengo de la calle
sin haberme preparado.

Rosas y claveles
quisiera tener
para coronarte al amanecer.

Autor: Darcy

sábado, 13 de marzo de 2010

Aquí, una foto de papá Julio en su casa de Cachora.

A Paulina se le salió el alma

Contaba, mi hoy finada madre Paulina, lo que en sus años juveniles le había sucedido al intentar asustar a sus bulliciosos familiares que en las noches acostumbraban jugar en los alrededores y la puerta de la casa de mis abuelos Constantino y Gabina, aprovechando el espacio amplio que se tenía en la casa de campo, las noches de luna y los cielos estrellados que mantenían iluminado todo el pueblo sin que ninguno reclamara la iluminación artificial. Recordaba con frecuencia que en esos tiempos ella era un poco mayor respecto al resto de hermanos, primos y sobrinos inmiscuidos en los juegos, por lo que prefería abstenerse de jugar a la pesca, berlina, ampay, entre otros. Y que noche tras noche se repetían con el mismo bullicio perturbador de los sueños de mis abuelos y de ella misma.

Mis abuelos pensaban y repensaban sobre como acabar con el bullicio nocturno sin que ninguno se sintiera ofendido por una llamada de atención de parte de ellos. Recuerdan que todos los que están jugando tienen miedo a las almas por que siempre se ha escuchado hablar en el pueblo sobre la aparición de estos espíritus en uno y otro lugar, especialmente, cercanos a los entierros, causando terror ante quienes supuestamente lo vieron o escucharon. Instruyen a Paulina para que ella se disfrace con una sábana blanca, simule un alma y aparezca por un costado del lugar donde se concentra el juego, Ella obedece, se desplaza disimuladamente con la sábana en las manos hacia uno de los lugares más oscuros sin que nadie de los que juegan se dé cuenta, se cubre el cuerpo con la sábana y empieza a caminar len..ta..men..te. cual alma perdida, moviendo lenta y rítmicamente uno y otro brazo. Siente, en sus primeros pasos, que alguien se paraliza impactada y aterrorizada al verla y nota que su presencia va teniendo efecto por que ya son varios los que le observan asustados e incluso ya se paralizó el juego. Paulina siente que ya le ven como a una verdadera alma, continua caminando y haciendo los mismos movimientos iniciales….se extiende el terror…alguien grita y emprende una huida hacia la casa para refugiarse entre los abuelos o los tíos… el resto le sigue….todos corren!!!....todos gritan!!!...todos piden auxilio!!...Paulina no puede creer que tanto sea el efecto de su disfraz.. duda… crece su duda… y se repite así misma: ¿Qué esta pasando?..¿Porque se asustan y gritan tanto?...debe haber otro motivo!! … para mí que de verdad se ha aparecido el alma!!!... siente que ya se le sale el alma!! Está aterrorizada y hasta más que el resto que esta huyendo, gritando y pidiendo auxilio… decide votar la sábana y emprende su huida tras el resto… llega a la casa…encuentra sollozante a unos y temblando a otros … no entiende aún lo que ha pasado….las instrucciones de tranquilidad de los abuelos es para todos. Sólo con la sonrisa, las palabras y caricias de los abuelos vuelve a tranquilizarse, sabe que con su propia travesura se ha asustado más que los demás. A raíz de este hecho se acabaron los juegos nocturnos por buen tiempo y Paulina ya no volvió a disfrazarse de alma por que temió que nuevamente se le salga el alma.

Autor: Walter Valer Chacón

La leche asustada

Cierto día, me parece del mes de Febrero de los años 68 ó 69 que no recuerdo, una mañana iluminada con el radiar del sol Cachorino y la brisa infaltable del tenue frio que azota el preciado nevado del Salkantay, sucedió un hecho el cual nunca dejo de recordar y paso a detallar en seguida, para no dejarlos ansiosos por la curiosidad:

Esa mañana, mama Gabina y el suscrito quien siempre andaba en el anca de su caballo, por ser el último heredero de la dinastía Chacón y el primogénito de su único hijo varón (Julio Constantino Chacón Medina), volvían del pueblo, donde ella se había quedado a dormir, posiblemente en casa de uno de los tíos o la casa de mis padres, el cual no recuerdo, debido a que había celebrado algún cumpleaños y no era prudente que se fuera de noche a casa por los riesgos que trae el camino y las quebradas de Posccomayo y Chacamayo, así como su estado de ecuanimidad en la que se encontraba por la emoción que le habia embargado la celebración, fue entonces cuando llegamos al frente (casa de los abuelos), donde papá Chacón (el abuelo) ya estuvo ordeñando la vacas y haciendo el respectivo quesillo, quedando aún algunas lecheras por ordeñar a la que se ofreció ayudar mamá Gabina (la abuela).

Por su puesto el abuelo se encontraba bastante disgustado por su ausencia de la noche anterior, reclamándole y pidiendo explicaciones de lo acontecido, encendiéndose poco a poco los ánimos ya con reclamos más agresivos por parte de papá Chacón, quienes aún se encontraban ordeñando una de las lecheras acompañados de una olla de barro en la cual se estaba haciendo la cuajada de las otras vacas ordeñadas anteriormente, bueno cuando iban casi por terminar de ordeñar, el abuelo profirió alguna palabra algo mas dura contra la abuela, quien le dijo que se tranquilizara y no vaya a ser que la olla de cuajada termine en su cabeza; pues no habían transcurridos unos minutos cuando de pronto se sintió que la olla de cuajada estaba rota en la cabeza del abuelo tal como había advertido y por su puesto el abuelo replico inmediatamente con la otra parte que quedaba en el suelo, encontrándose ambos debajo de la vaca bañados el uno y el otro con la cuajada y el suscrito casi estático por el susto al no poder hacer nada, lo único que atinó fue a pedir auxilio al compadre Juande (Juan De Dios Leyva) quien en ese momento se encontraba en la huerta haciendo algunas labores agrícolas, a quien yo le obligaba que se apurara porque esta bañadera de leche se ponía mas fuerte y El se aproximo en seguida, cuando transponía el cerco, subido sobre una piedra grande que tenía que pasar de manera obligatoria, los vio a los dos abuelos tendidos en el suelo de color blanco bañados por la leche cortada queriéndose agregar un poco mas el uno al otro, a lo cual el compadre Juan de Dios irrumpió en una carcajada y no hizo nada para auxiliarlos, así que se vieron el uno al otro y el lio terminó en un glorioso empate con la riza de ambos abuelos que ocasionó Juande, y el mas feliz de que esto terminara así, fuimos Juande y Yo.

Autor: Julio Amilcar Chacón Valer

Maxicha pago el pato

Eran diversas las oportunidades y motivos para ir a la casa de los abuelos. Solían decir los adultos iré, voy, vamos o iremos “Al Frente” y lo mismo repetíamos los niños. En el lenguaje familiar significaba ir a ver las chacras, lo cultivos, dejar o recoger animales y de alguna manera llegar a la casa de los abuelos Constantino y Gabina donde siempre había algo para comer, pues, era costumbre de la abuela cocinar a diario un poco más. Recuerdo que con más frecuente se visitaba en las vacaciones, cuando estaban instalados los cultivos y, especialmente, cuando empezaba la cosecha de los choclos. Indudablemente que los primeros en sentir la aparición de los choclos eran los loros y su presencia en cada maizal era todo un espectáculo y casi una competencia entre esta bandada bulliciosa y los desesperados propietarios que defendían o espantaban a “Huaracazos” o cohetones, pues, un día de descuido podría significar la pérdida de toda o parte de la cosecha por la voracidad de estas aves que picaban y comían de una y otra mazorca. Pienso, que es difícil encontrar un nieto o nieta que no haya sido parte de este espectáculo.

Quienes más frecuentaban la casa “Del Frente” eran los hijos de los tíos Julio Chacón y Graciela Valer, es decir Yuli (fallecida), Amilcar, Katy y Gloria. Amilcar conocía muchos secretos de la abuela Gabina. Conocía perfectamente que tenía guardado para comer, cuando los trajo y los sitios donde dejaba “guardada” las llaves mientras se ausentaban de casa, aunque ella –la abuela- seguía pensando que de este secreto sólo conocía Maxicha, su empleada.

No recuerdo bien los detalles por que motivo estuvimos en casa de los abuelos, tampoco nuestra edad, probablemente teníamos ambos -Amilcar y Yo- entre 10 a 11 años. Ese día no estaban los abuelos, tampoco la empleada que era una fervorosa defensora y guardiana de los bienes de los abuelos, incluso con el ánimo de enfrentarse a “los depredadores” nietos. Las puertas estaban con candado y había un silencio total, pues, para los perros guardianes éramos personas conocidas y no había lugar a alborotos. De pronto Amilcar me dice: Walter, la abuela tiene sus panes en el cuarto, están en una canasta y yo sé donde están las llaves!!. Casi sin esperar mi respuesta, se fue hacia una de las esquinas de la casa, levantó una piedra que aplastaba las llaves… se dirigió al cuarto…y .. abrió la puerta. Entramos al cuarto, le acompañé hacia la canasta que recuerdo estaba colgada y extrajo los panes. Volvió a colgar la canasta y devolvió el candado y las llaves en sus respectivos lugares y todo quedo como al inicio. Compartimos los panes y salimos de la casa comiendo y sin que nadie se percatara de nuestra presencia.

Me quedo la curiosidad sobre la reacción de la abuela por la falta de panes y fue el mismo Amilcar que me explicó: “Al día siguiente, a la hora del desayuno, la abuela ordenó que Maxicha, la empleada, llevara los panes. Maxicha, luego de revisar la canasta, le dijo “manan canchu tantacca”(no están los panes). La abuela volvió a dar la orden y tuvo la misma respuesta: Mamá, “manan canchu tantacca” (mamá no hay ningún pan). La abuela responsabilizo a la Maxicha.

Supe que la abuela le gritó, resondró y jaloteo a la Maxicha, repitiéndole que los panes estaban bien guardados y que sólo ella sabía donde estaban las llaves y, por tanto, era difícil que otra persona haya tomado los panes. Supongo que no sólo malogramos la tranquilidad y el desayuno de los abuelos sino que Maxicha pago “el pato”, es decir recibió un castigo como pago a nuestra travesura.

Autor: Walter Valer Chacon